lunes, 12 de noviembre de 2007

Soñando la capacidad y capacitando los sueños

Alejandra Petrowitsch Soffia, Coordinadora de Programas Terapéuticos de Alta Motivación Teletón

Para esta profesora de Artes Plásticas, lo principal es que “sus” niños puedan expresarse artísticamente y olviden su discapacidad. Y vaya que lo ha conseguido en estos casi 19 años. Reconocida en países como Estados Unidos y México, pudimos apreciar, durante septiembre y los primeros días de octubre, el resultado de su trabajo en la Sala de Exposiciones Chela Lira con la muestra “AcercArte”. Aquí su lado más humano.




Hace un año y medio atrás, Alejandra Petrowitsch no imaginaba que tendría que dejar a sus niños de la Teletón en Santiago. Pero el destino la trajo a Antofagasta, de la mano de su marido Felipe, con quien comparte su vida desde hace 21 años, y sus hijos Felipe (14) y Sebastián (13).El cambio tuvo una gran carga emocional, pero hoy ha vuelto a sonreír, porque trabaja con veinte chicos y chicas en el Instituto de Rehabilitación Infantil de nuestra ciudad.

¿Cómo llegaste a trabajar en el Instituto Teletón?

Llegué como voluntaria. Estuve seis meses en esta situación, ya que acababa de titularme y no había encontrado trabajo. En ese momento vino este proyecto de artes para hacer en Teletón, en el Instituto de Rehabilitación Infantil en Santiago, nos presentamos y quedamos como voluntarios.Después de ese periodo me contrataron. Ahí empezó mi carrera ya oficial, en una sección llamada “Unidad de Lecciones Medulares”, que es para pacientes con alguna lesión a la médula espinal, ya sea por accidente o nacimiento, por lo tanto, estaban todos los jóvenes con secuelas de paraplejia o tetraplejia. Había lolos con mucha “depre”, con muy pocas ganas de vivir.

¿Son jóvenes que anteriormente tienen una vida normal y sufren algún accidente?

Exacto. Entonces había mucha depresión y es muy complejo el panorama en ese ambiente. Allí me piden desarrollar programas que motiven a estos chicos a querer vivir de nuevo, a tener interés en la vida, y el arte fue la herramienta para empezar.Tuvo muy buenos resultados, insertamos jóvenes en la educación media, después en la educación superior, conseguimos becas para la universidad, muchos se titularon. Fue una experiencia bien bonita que duró seis años.Cuando nace el primer centro Teletón, a esta sección la fusionan como Unidad Hospitalizados, donde pasé los cuatro años siguientes. En esta etapa me encontré con un cuadro distinto que tenía que ver con los niños que preparaban para la cirugía, o que iban a recuperarse de sus cirugías. Como había un tema de dolor y de mucho temor, entonces también empieza a entrar el cuento más recreativo con ellos, que es como hacerlos sentirse bien en situaciones que son difíciles, están más separados de sus papás, les hacen exámenes de sangre. Conocí muchos diagnósticos diversos, yo creo que ahí como que se me abrió también un poco la mente y empecé a darme cuenta que había una diversidad enorme de patologías dentro de Teletón, y por lo tanto, los objetivitos iban a tener que ser también muy diferentes.


¿Aprendías entonces una vez que te ibas integrando?

No existe la especialidad en arte, en rehabilitación, uno la aprende “a combo y a patadas”. Estando ahí, tú te das cuenta de que no todos los chicos usan las manos para pintar, uno pintará con la boca o pintará con los pies y cómo los motivas para que quieran hacer algo. Lo bueno del arte es que no importa si sabes leer, si sabes escribir, si eres muy inteligente o no, el arte es como universal, cualquier ser humano se puede expresar a través de él. Entonces esta instancia se hacía muy fácil para poder vincularlos a todos; había niños de diez años y otros de veinte y todos pintaban juntos. No era una clase con un contenido teórico. Esto empezó a gustar y generó un espacio a niños que querían volver incluso después de irse de alta de sus hospitalizaciones. Ahí recién, después de diez años, en el instituto se me da un espacio para que yo forme el taller de arte de la Teletón Fue un camino bastante largoEn él yo hice miles de cosas. Cuando me dieron este espacio, se empezó a llenar de niños; hasta en los pasillos iban a pintar y nadie entendía por qué sólo venían a pintar y después se volvían a sus casas, a pesar de que no se les daba una ambulancia, ni colación. De ahí lo empezaron a llamar taller y más tarde nació uno de teatro. Con el apoyo de fundación Teletón, pasa a llamarse finalmente “Programas Terapéuticos de Alta Motivación” y los programas crecieron hasta contar con 700 niños. Empezamos a hacer presentaciones a la comunidad, porque la idea era mostrar las capacidades.

¿Por qué se llama Programa Terapéutico de Alta Motivación?

Aunque uno no quiera, en toda terapia siempre estás muy centrado en la discapacidad, siempre se trabaja en ella. Por ejemplo, una persona que tenga una amputación del brazo va donde un especialista que le verá su muñón y lo va a mandar al gimnasio para que le fortalezcan el muñón, lo va a mandar al taller a hacer una prótesis, a terapia, después le va a enseñar a usar su prótesis.Una de las fortalezas de este programa es que se preocupa del resto del niño, de que tiene otro brazo, de que tiene su cabeza, de que puede pintar, cantar. En nuestro programa no nos interesa la discapacidad, no nos interesa lo que no se puede hacer; yo potencio lo que se puede hacer y eso los hace sentirse felices y valorados. Sus familias se despreocupan, también, de las carencias y empiezan a darse cuenta de que su hija o hijo canta muy bien o pinta muy bien.Es una visión muy distinta que te ayuda a ver las cosas de manera diferente, por eso a estos programas se les llama de alta motivación, porque producen algo muy especial.Las salas de artes y los programas, en general, son muy alegres, no hay tristeza, no hay dolor y creo que es una parte fundamental en la rehabilitación.

¿Qué es lo más difícil que has visto o has tenido que enfrentar?

Lo más difícil de aceptar, y que gracias a Dios no es tan frecuente en nuestro centro, es el fallecimiento de un niño. Yo siempre pienso que si fuera voluntaria con niños enfermos de cáncer, me la lloraría toda.


Los niños aquí, si bien tienen las secuelas, disponen de una vida por delante, tenemos mucho tiempo y ese tiempo hay que aprovecharlo, aunque para algunos no es tan largo, pero hay tiempo, eso siempre me ha costado, la partida de un niño es muy difícil.¿Cómo te descargas de esa situación?Estar en el programa no deprime. Es que tú tendrías que estar en nuestra área, nosotros le vemos el lado positivo, nuestra área es muy alegre, no hay depresión, no es tema. Estamos siempre contentos y lo proyectamos. No podría decir que no hay tiempo para nada, todo lo contrario, me da fuerzas, me dan ganas.


NO SÓLO UNA CASA, UN HOGAR

La casa de Alejandra pareciera estar rodeada de pequeños recuerdos. Muchos objetos que seguro cuentan una historia particular, pero son las pinturas las que llaman la atención al visitante; todas confeccionadas por los niños y niñas que han aprendido con ella que el arte es un vehículo de expresión con cualidades terapéuticas comprobadas. Le señalamos uno lleno de colores y formas humanas.





¿Este alguien te lo dio?

Este es de David Verdejo, tenía 19 años cuando lo hizo en Teletón Santiago. Él es “un colocolino patiperro” que recibí como a los 13 años y que iba a una escuela especial, donde todos se burlaban de él porque dibujaba como niño chico. Entonces fue al taller de artes, porque quería aprender a dibujar como grande. Yo cuando vi estas monas cabezonas espectaculares le dije: “David tu eres espectacular, lo que tienes que hacer es potenciar lo que tienes”. Esta es una visión que nosotros le damos en la Teletón, que es potenciar y no imponer. No vas a hacer un jarro con luz y sombra, tenemos que adoptar la técnica para obtener un resultado genial.

¿Cómo te sientes cuando recibes a un niño y termina con una experiencia grande en el curso?


Yo lo recibo con ganas porque todos los niños vienen al taller de arte con mucha motivación y con ganas de hacer cosas y, de hecho, entran a un espacio lleno de colores y materiales y a los niños de por sí les gusta, pero cuando empiezan a hacer cosas que van más allá de lo que ellos esperaban, se sienten felices, se sienten satisfechos y orgullosos y para mí eso es súper importante. Ellos deben sentirse capaces y yo creo que en el taller de artes ellos logran sentirse capaces de muchas cosas. Yo siempre decía que, en el fondo, uno sueña la capacidad y capacita los sueños, para mí esa frase engloba como muy bonito todo lo que nosotros hacemos en el programa. No hay límites, todo depende de lo que tú quieras lograr, de lo que tú quieras hacer en el mundo. Acá no hay censura, no hay sanción, no hay nota porque todo es positivo. En una primera etapa, si el niño no está emocionalmente muy fuerte y con baja autoestima, uno lo apoya hasta que va logrando éxito. Después, cuando ya está firme, no lo apoyas tanto; por el contrario, cuando algo no le resulta, te ríes junto con él y les enseñas que “bueno, a lo mejor no parece vaca, pero es un chancho súper simpático”. Así aprenden a reírse de las cosas que pasan y también es su aprendizaje para la vida, pero eso uno lo va midiendo de acuerdo a como el niño está emocionalmente en ese minuto. Por eso no es un lugar donde uno se deprima, al contrario, es un lugar muy bonito, lleno de esperanza.

Publicado aquí